Como parte de una reflexión general cabe preguntarse si realmente la implicación del médico de familia como persona dispuesta a proporcionar ayuda, ante todo, representa una dosis de autoayuda no siempre tenida en cuenta ni explorada convenientemente.
Cuando un médico de familia lleva diez años de profesión, suele experimentar cambios en la forma de acercarse y de hablar con sus pacientes. Cuando lleva veinte años de profesión,el médico conserva la realidad del paciente desde el pisma de la continuidad, no desde la distancia de la sabiduría. Si el médico es capaz de incorporar su máxima espectativa de cada momento, a la situación inesperada del próximo encuentro asistencial, habrá conseguido la esencia y la fórmula para mantener una permanente felicidad en el ejerciio asistencial como médico de familia. Sólo falta que nos lo creamos de verdad, porque la realidad es que es así y funciona.
La expresión y constatación de que la atención primaria supone una garantía de protección y autoayuda del profesional la refrenda la vivencia continuada de mucjos médicos de familia que disfrutan con su profesión, a pesar de los muchos inconvenientes que tradicionalmente se atribuyen al trabajo en el primer nivel asistencial.
lunes, 31 de mayo de 2010
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